viernes, 6 de noviembre de 2015

Regreso a Boldonia - La vida en el ejercito imperial - (Prólogo)

Vai se sentó, cogió la pluma y empezó a escribir; esa sería la última carta que escribiría a casa...



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Querida Madre;
 Escribo esta carta para informarte de que por fin tu hijo vuelve a casa. Aunque te prometí que volvería al cabo de 4 años, no pude hacerlo hasta el día de hoy. Los oficiales siempre me trataron muy bien y en los primeros años ascendí rápidamente en varias campañas que luchamos en la frontera de Stirland en el tercio Myrmidia Stier, consiguiendo una buena paga como soldado de primera. Por eso alargué mi estancia en el Imperio, para poder seguir mandando dinero a casa, pero,cuando quise volver me ofrecieron ingresar en una nueva campaña en Averland, ya que les faltaban soldados con experiencia y acepté. La campaña allí fue rápida, pero luego nos volvieron a movilizar a La Asamblea desde la que guardábamos la frontera con Sylvania. Nos tuvieron en alerta allí durante meses y nos prohibieron escribir correspondencia, por miedo a que los mensajes fueran interceptados, al final, estalló la Guerra y nos tuvimos que quedar. Espero que el dinero que os mandé a través del Padre Paulus llegará bien y siento no haber podido enviar mas estos últimos años. 

 Supongo que habrás oído mil historias de la Guerra, no te preocupes, yo estoy bien, pero muchos de mis compañeros de tercio murieron, al igual que el Maestre Valdez. Al morir él, todos los estalianos, bretones y tileanos tuvimos que buscar nuevas compañías, la verdad es que fue muy duro y estuvimos demasiado tiempo diseminados por el Imperio en compañías mercenarias de mal nombre, casi sin cobrar y haciendo trabajos sucios. Cuando el Conde Alberich creó la Milicia Auxiliar de tropas Foráneas de Stirland, rápidamente nos fuimos a alistar y nos hicimos con el control del cuerpo. Debido a que el Conde nos conocía y la mayoría teníamos bastante experiencia militar, tuvimos bastante manga ancha durante la Guerra, él nos daba objetivos y nosotros cumplíamos. Sin embargo, ahora que ha acabado la Guerra, la vida en el ejército imperial se ha vuelto muy dura para los extranjeros. El conde nos prometió que crearía un Cuerpo de Tropas Foráneas, al mismo nivel y condiciones que los regimientos estatales, pero, en cambio, disolvió la Milicia y creó el Cuerpo de Auxiliares Foráneos, que realiza trabajos en zonas rurales y muy mal pagados. Además, las ciudades se han llenado de refugiados, sobre todo campesinos bretonianos, que realizan trabajos de todo tipo a precios ridículos y sólo contratan a ellos.
 Desde hace unas semanas, me encuentro en la ciudad de Wurtbad, en Stirland, saldando mis deudas y las que otros me deben por los trabajos que he hecho los últimos años. Mañana salgo de la ciudad, hacia Lieske, por el Camino Imperial, que aunque es más largo, es más seguro, ya que, las tropas Imperiales van de aquí allá y casi no hay salteadores. La mayoría de mis compañeros del tercio y de distintas compañías en las que luché me acompañan, hemos decidido cruzar juntos el Imperio, Bretonia y Estalia asegurándonos que cada uno llegue a su destino. Somos unos 50 hombres, solo una veintena estalianos y ya tenemos los caballos y mulas preparados con todo el equipamiento. Esperamos ganar un poco más de dinero escoltando mercaderes durante el camino y así pagar los gastos del viaje. 
Me despido ya, que mañana me espera un duro día, una abrazo a mis hermanos y hermanas. El viaje nos llevará un mes o dos, así que espero veros más pronto que tarde. 



Tu Hijo,
Vai Malax

Fuente;

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